lunes, 7 de abril de 2014

A puro beso

Parece como si quisiese fijar la mirada en el centro del mundo y yo la traigo con preguntas que la irritan a mis ojos. Y me da la espalda un poco para que la acaricie, otro poco para negarme y me pierdo intentando satisfacer las dos cosas al mismo tiempo cuando cruzo la cama por sobre sus hombros para darle un beso de esos tímidos y secos que corren el riesgo de ser rechazados como si fueran el primero. A veces con unas lagrimas, se olvida de que son mis ojos los que miran y los rompe de la desidia por lo nada que se parecen a lo que está buscando. A veces también le pido disculpas, como si fuese equivocación mía llevarlos puestos y pienso que ya es tarde para sacármelos,  entonces solo los cierro. Hasta que la siento darse vuelta y besarme los parpados que para entonces ya están mojados, los besa de a poquito sabiendo que va a curarlos y me pide mil perdones a los besos y a los besos le digo “no pasa nada”, porque cuando no nos encontramos con los ojos o las palabras,  nos hallamos a puro beso en el medio de la cama.

18 de Junio 2013

Julián Reynoso

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