lunes, 7 de abril de 2014

Una noche cualquiera

Templado.
En la copa de tus dedos se mezcla:
La anchura de los ríos profundos
Y la humedad característica de los labios dormidos.
En tu boca se mueven:
Dos lenguas filantrópicas
Y veintipico campanillas de marfil.
Se muestran todas.
Desde el borde de la cama brotan:
Cuatro pies descalzos encastrados,
Dos de ellos, por suerte, me corresponden;
Un reloj de números rojos brillantes
Y la ventana por la que el mundo se ha enterado que vivimos.
A tu lado se perfecciona la curva de una sonrisa
Que te debe su existencia,
Por debajo, todo un cuerpo acalorado entrando en letargo.
Ninguna sombra se vislumbra a la distancia.
Los pájaros esperan su momento,
Así también la noche,
Que es indulgente en cuanto acaba.


Julián Reynoso

28 de sepriembre 2013

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