Abro un libro, dice:
Puedo andar eligiendo
miseria,
Yo sospecho,
Casi me duele al sacudirme de la risa
Luego,
Por respeto repito:
Puedo andar eligiendo
miseria.
Lo único que quiso desde
Que se supo en final
Fue volver a donde siempre,
A donde enterró a su último perro
Donde plantó la última semilla
Donde engendró al último hijo
Donde se vio sano y eterno por última vez;
Y no pudo,
No llego con los remos ni con las alas;
Su sangre estaba tomada y fue más cruel.
Puedo andar eligiendo
miseria.
¡Mala suerte la de los ignorantes!
Que entre todas y tantas fuimos a elegir
Esa que nos cuesta la vida.
Julián Reynoso
6 de abril 2014
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