La mujercita
Desconsolada dejó el
otoño en mis manos
Y corrió
Corrió
Cruzando la calle, a
unos brazos extendidos sin rostro.
En mis manos tierra,
en mis manos hojas secas,
El llanto de la
mujercita.
Brotaba acurrucada
bajo el claustro
Anudada, tras la
calle
Entre lágrimas
Miraba todo y todo
era en mí su auxilio
No así su refugio
En ese otoño de
hecho.
Tácito el pretexto
pero no su nombre;
Apenas la mirada
degradada;
La mujercita aun
esperando que lo descubra por mi cuenta
O que lo invente;
Me miraba,
(También)
Miraba mis manos,
Yo no sabía qué hacer
con ellas
Mucho menos con la
mujercita
O que buscaba aquella
de todo eso.
Le sacudía los ojos reclamando instrucciones
Que de pronto
enviaba:
-Sostenga la tierra, las
hojas,
¡Hombre!
Suelte el otoño,
¡Vamos! ¡Así!
Cruce la calle
¡Venga!
Séqueme las lágrimas,
Déjeme probar sus
brazos-
Julián Reynoso
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