Entre
el nunca
Y
la espasmódica docilidad,
Nos
conmueve, por déspota,
Un
albor.
Lágrimas
en precipitada
Esperan
ser devoradas
Por
la sal de los vocablos
Y
el ácido corrosivo
Del
temeroso final
Todos
los “alguna vez”
Con
que atestamos los estómagos
Son
la bilis que lloramos
Por
no dirigirnos la razón.
Y
aun así
De
tanto en tanto,
La
hora cero de todo aquello reclama voz,
Como
si fuera lamentándose
Que
logrará ser atendida.
Para
dormirnos:
El
respiro entrecortado,
Un
boca a boca
De
puros restos
Y
cuatro manos posadas
Amenazando
acariciantes.
Son
la vida en ésta noche
De
tanto nunca,
De
tanta docilidad.
1
octubre 2013
Julián
Reynoso
No hay comentarios:
Publicar un comentario